14/52: Regresar a las arañas

Laura
2 min readAug 4, 2021

--

Encontré telarañas en los botes del shampoo. ¿Azul? No recordaba el color de mi cepillo de dientes.

No me gusta matar arañas. Una vez encontré una pequeña bajo la jabonera incrustada en la pared del baño. Ahí la dejé vivir y creció un poco más. Llegó otra araña y una de ellas empezó a inflarse. Después eran tres arañas colgadas. Ahí estuvieron hasta que un día se fueron, o alguien las quitó. Ahora dejo vivir a una bajo el lavabo de la cocina.

Uno de mis mayores miedos de vivir sola es encontrar un animal o insecto gigante con el que no pueda lidiar. Una mañana encontré una araña grande pegada al enchufe del refrigerador. Le escribí, ojalá estuvieras aquí. Si estuviera ahí, ya estaría cocinada, lista para acompañar un guacamole recién hecho. Me enfrente sola al arácnido, respiré y levanté la escoba. No opuso resistencia, supongo ya estaba tostada.

Perdí la costumbre de leer en el metro. Una o dos páginas por viaje, pero no dejo de guardar un libro en la mochila por si acaso. Dos recorridos subterráneos y regresé al departamento. Saqué el libro con la intención de acomodarlo en el librero, cuando por casualidad se abrió en la última página y la tapa. Y ahí estaba, otra araña grande aplastada. Limpié el libro con un poco de asco.

Antes de irme de vacaciones, antes de que él se fuera, fuimos a comer chilaquiles al café de nuestra primera cita. Mucho viento en el camino de regreso a mi departamento, son apenas unas cuadras llenas de árboles. Mira, qué bonitas las florecitas que caen de los truenos. Nos sentamos en mi cama a platicar, no queríamos estar tan juntos en el sillón orejero después de comer. Me acarició la cabeza. A mí me gusta, me decía cada vez que me quejaba del largo de mi cabello. Lo acarició y se detuvo. Algo traes. Y ahora con las dos manos me quitó una bolita que había caído después del ventarrón. Para nuestra sorpresa era una catarina. No la mates. Abrió la persiana y la colocó fuera de la ventana. Qué encuentres tu camino a casa.

Una madrugada, antes de besarnos, me quedé viendo al techo. Qué es eso. Sin mayor preocupación me contestó que era un mosquito que se había salido del baño. Yo iba por la escoba para quitarlo, pero él solo estiró el brazo (porque muy alto) y el mosquito se fue.

Me senté frente a la computadora después de dos semanas. Había pasado un año y medio sin despegarme de la pantalla. En esos 15 días libres no tuve que usar gotas lubricantes en los ojos. Ahora no he visto arañas pasearse por el techo.

--

--

Laura
Laura

No responses yet