La libreta de palabras, con su plural, artículo y significado en español. Si son verbos, con su verbo auxiliar. Hice tres libretas así durante mis años más intensos de estudio. Mis libretas de vocabulario que cargaba a todos lados, sobre todo durante mis viajes en el metro y las abría en cualquier mínimo momento disponible para leer unas palabras. No me daba cuenta que estaba memorizando palabras hasta que leía un texto y lo entendía, hasta que escuchaba a mi profesora y le entendía, hasta que me di cuenta que no necesitaba tanto el diccionario.
Las hice por recomendación de Sabine, mi profesora de alemán. Cuando llegué a México, estudiaba media hora cada día mis libretas de vocabulario. Nos decía cuando apenas estábamos en los niveles básicos.
Estaba muy decidida a irme a estudiar la maestría en Alemania. Me estaba preparando. Al final no pude porque no presenté a tiempo mi examen de licenciatura, en parte por responsabilidad mía, en parte por el casi paro de trámites en mi facultad.
Empezando la maestría en la UNAM, seguí en el grupo de estudio con mis compañeros, más por lealtad que por otra cosa. Éramos cuatro y dos de ellos querían presentar el certificado B2. Una parte de mí no quería saber más sobre el alemán, después de la frustración de mi plan para estudiar Ciencias Cognitivas en Berlín.
Pasaron unos meses del grupo de estudio. Un compañero presentó el examen y no lo pasó, se quedó a unas décimas. Tenemos que estudiar más. Les dije que ya no podía seguir en el grupo por el momento. La maestría me estaba absorbiendo más de lo planeado. Al salirme del grupo, dejé por completo el alemán. Quería olvidarme un rato de él.
Y lo olvidé. A veces me lo recordaba algún compañero de la maestría, porque filósofos. Otra veces extrañaba la estructura que había traído a mi pensamiento gracias a las estructuras estrictas de sus oraciones: verbo en segunda posición, oraciones subordinadas, división de verbos compuestos, verbos auxiliares, el Tekamolo. Ni en español acomodaba tan bien los elementos de una oración.
Irrumpió de nuevo en mi vida cuando el filósofo me platicó que lo estaba estudiando para su examen de idioma del doctorado. Me preguntaba cosas como el impersonal y yo ya no sabía la respuesta. Un día, antes de que él regresara a su depa, le enseñé el material de alemán que todavía conservaba. Algunos libros, copias y mis libretas de vocabulario. Le presté una, ten, por si te sirve para tu estudio. Ya no hablo con él, a veces pienso en él, otras lo veo por zoom en el seminario. Espero haya aprobado su examen de idioma. Ahora yo tengo que recordar que alguna vez hablé alemán para aprobar mi examen.