Continuando con la tradición de tener amigos o más grandes o más chicos, he hecho muy buena amistad con AlC. Ella estudia la maestría conmigo, aunque en otra área, lo que significa que hemos tomado muy pocas clases juntas. Por la pandemia, casi que construimos nuestra amistad por Stickers de WhatsApp. Hasta ahora que nos hemos podido ver en persona. También compartimos que estudiamos Comunicación.
Esta última vez que nos vimos me preguntó porqué dejé mi trabajo bien pagado por estudiar Filosofía de la Ciencia y ser becaria Conacyt. Di una parte de la respuesta o traté de hilar una respuesta coherente. Es un (gran) episodio de mi vida al que todavía le debo dar sentido.
Disfruté haciendo la campaña para ser representante estudiantil. Recordé mi pasado comunicólogo y el trabajo colaborativo con AlC. Las discusiones sobre incluir mi foto o no, la periodicidad de los correos, aclarar lo que quise decir en las propuestas y ver la transformación de las formas en algo comunicable.
También me sorprendió la respuesta y confianza de mis compañeros, sus correos y muestras de apoyo. La idea de que paso desapercibida me rodea desde la primaria. Me demostraron lo equivocada que estoy. Ojalá siempre pueda ver en mí lo que ellos ven en mí. Después celebré en mi depa con unos amigos de la maestría. Nos tomamos una foto donde salgo muy feliz, entre las ojeras, la sonrisa extra y muy chapeada. La sensación de felicidad persiste. Dos de ellxs tomaron unos libros de filosofía de mi librero para posar con ellos en la foto. Qué uds no ponen su nombre en las primeras páginas, dije cuando vieron mi nombre en las primeras páginas de los libros. Les regalé unos ejemplares impresos que todavía tengo de mi tesis de licenciatura.
Una semana después de la publicación de los resultados, fueron elecciones para integrar el Consejo Universitario ante Rectoría. AlC me recordó votar. Le dije (en broma) que para la próxima nos postuláramos. Jalo, me contestó. No vamos a dejar nuestro intento de carrera académica por una trayectoria política en la academia. Pero igual se vale soñar llegar a Rectoría.