29/52: El viento te va a llevar

Laura
3 min readDec 29, 2021

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Gotta keep on making me high.

El despegue me sigue poniendo nerviosa. Mi estómago es quien más lo siente. Coloco una mano sobre él, la otra agarra el descanzabrazos y me hago chiquita en el asiento.

Prefiero que el vuelo salga a las 7am que a las 9am. Para el primero me levanto media hora antes, pero todo es más rápido. La fila para documentar y la espera para subir al avión. A las 10am ya estoy desayunando en Denny’s con mis primas. En cambio, para el vuelo de las 9am, esperé casi una hora en la sala antes de abordar. La mañana fue muy lenta.

Ahora estoy más atenta a las pantallas que indican los vuelos para evitar correr como aquella vez. Nunca me habían boceado en un aeropuerto. Nunca había estado tan cerca de perder un vuelo. Solo esa vez en la estación de tren cuando fuimos a York, que corrimos para alcanzar el siguiente tren. Me agarraba los pantalones negros de la cintura, se me resbalaban por el movimiento agitado de las piernas y por lo que había adelgazado durante ese verano en Manchester. Esa vez en el aeropuerto corrí con mis flats, negras también. Quería ir más rápido, pero no podía. Sentía resbalarme y más por las rampas hacia abajo. Al menos todo fue rápido: en la fila, la espera en el camión, subir al avión. Ni siquiera me revisaron la identificación.

Aquella vez se sentó un norteño a mi lado y pidió cerveza light. Ahora platiqué un poco con la señora de al lado. Iba para Brownsville; antes volaba a Matamoros, pero su hermano le dijo que estaba muy feo, que mejor volara a McAllen pues, además, ya no hay vuelos a Brownsville. Una historia similar a la mía. Buscamos disminuir el tiempo que pasamos en la frontera tamaulipeca, la situación cada vez es menos recomendable. Esto sin contar las largas filas en el puente, te puedes llevar 4 horas ahí.

El aterrizaje estuvo horrible. Demasiada turbulencia. En un momento cerré los ojos y me agarré fuerte de los descansabrazos. Todavía cuando pisó pista el avión se sintió la resistencia. Cuando por fin se detuvo, el niño de enfrente dijo: papá, me mareé. Mientras el perro pasajero y empastillado apenas abrió los ojos. Antes de bajar del avión, la sobrecargo me dijo el viento te va a llevar. Entendí la turbulencia.

El verano pasado que vine a McAllen fui la última en pasar migración. Cuál es el motivo de tu viaje, me preguntó el oficial que revisa tu maleta, visitar a mi familia, la respuesta genérica. ¿No vas de compras?, me preguntó mientras cargaba mi maleta vacía. Ah, también. Me preguntó qué es sosteniendo una bolsa de mangos enchilados que le llevaba a mis primas. Son unos mangos enchilados y los volvió a meter a la maleta.

Ahora fui la primera. El oficial que te toma la foto me preguntó cuántos pasajeros vienen en el avión. Después esperé mi maleta. No fue la primera en salir, pero sí lo suficientemente a tiempo para ser la primera en pasar a la revisión de maletas. La oficial me preguntó que donde vivía, dónde me iba a quedar durante mis vacaciones y que qué hacía en México. Estoy estudiando mi maestría. ¿Y qué estudias?. Filosofía … de la Ciencia. Ya estoy acostumbrada a los silencios incómodos posteriores. Terminó la revisión y salí lo más rápido para encontrarme con mi prima.

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Laura
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