4/52: Colorear

Laura
4 min readFeb 16, 2024

“Yo hubiera salido corriendo de alegría”, me dijo cuando le platiqué que sí me habían admitido. No era que no estuviera contenta, sino que no lo asimilaba. No lo estaba registrando, como si me hubiera quedado pausada, en espera de un pero ajeno.

…toda la visión del mundo.

Y es que mi ingreso a la maestría fue muy accidentado. Después de mi entrevista sentí que no me quedaba. Demasiadas preguntas sobre mis intereses académicos y prioridades en la vida. “Eso no es importante”, fue una de sus respuestas. De regreso al metro, vi la reserva ecológica a través de la ventana del pumabús y pensé que tal vez sería la última vez que la vería como alumna. Después del propedéutico me sentí harta, estaba cansada y el inicio de la pandemia también tuvo que ver. Mi trámite de titulación de la licenciatura no avanzaba y no sabía si aceptarían mi otro título. Había una neblina de incertidumbre que me orilló a la indiferencia. Ahora fue todo distinto, alguien con información privilegiada me dijo, “entraste fácilmente”. Ningún pero.

Las felicitaciones no han parado desde la publicación de los resultados. Además de algunxs compañerxs, la familia de K me felicitó mucho durante la carne asada. A no sabía y se enteró en mi examen. P me preguntó “¿estás contenta?” y me gustó que me dijera “disfruta”. Sentí que genuinamente estaban felices por mí, reconociendo lo que significaba, más allá de que fuera una obviedad o de que se sabía, no solo era un paso continuo saliendo de la maestría. Luego me encontré a I en los pasillos del instituto. Siempre nos saludamos y admiro su amabilidad. Me felicitó por la titulación y me sorprendió. Además de que efectivamente sabía mi nombre, me pregunté cómo se habría enterado. Le platiqué de mi ingreso, es la primera semana, mi primer día. “No te pierdas, puede ser un camino muy aislado”. Le indiqué los seminarios a los que iba a ir. “Ah claro, el de la 4E”.

En la reunión de bienvenida, además de recordarnos nuestras obligaciones, nos entregaron la carta de aceptación. Antes de irme, platiqué con los compañeros que conozco de la maestría. Ya en Filipinas volví a leer la carta y sentí algo distinto, nuevo para mí. Verla en mis manos y leer el primer enunciado. Ya, ahora sí, era verdad. No solo es la cosecha, sino también las flores. El poema de la semana de los Astro Poets era: Dream your wildest dream.

Y no deja de felicitarme y decirme lo orgullosa que está de mí. Me dijo una frase bonita, pero al mismo tiempo extraña: “mi papá estaría muy orgulloso de ti”.

Hace poco le platicaba de cómo perdió la mente, lo poco que sé al respecto. No lo conocí realmente, más sé de él por lo que me cuentan. Según la definición de qué es la mente en el capítulo de Alzheimer, yo conocía su mente más por las historias que contaban de él. Su mente dejó de contar historias y se desenrendó (¿o enrendó?) demasiado. “A veces pasa eso porque perdemos el contacto con la vida, ya no hay motivos”. También soy huérfana de abuelxs, desde que nací de dos y los otros dos no los conocí realmente. Él fue el abuelo que más veces vi, tal vez pueda juntar todos los dedos de una mano. Cada vez que lo visitaba, me daba un libro, conservo 2 libros de él. Lo sacaba de su librero que estaba pegado a la puerta, le soplaba para desempolvarlo, lo sacudía y me lo daba. No recuerdo de qué platicábamos, no sé porqué me daba libros. Tal vez quería hacer espacio o tal vez por el desinterés de la familia que formó después.

Después de un café en Eze, fui a mi tienda favorita, es decir, la farmacia San Pablo. Me compré mis vitaminas y el shampoo en barra. Saliendo de ahí me pareció buena idea sacarle una copia a la carta y dársela a Y, quien ha ido guardando varios documentos como recuerdos, por ejemplo, las actas de examen y fotos de estudio de mi paso por la academia.

En la papelería me hice bolas para decirle que quería una copia por los dos lados. Tal vez sí vas perdiendo otras habilidades conforme vas avanzando en los grados académicos. Me regresó la copia. “Dos pesos”. Cuando se los di, me contestó: “gracias… y muchas felicidades”. Le agradecí. Son dos cuadras de regreso a Filipinas y, en el camino, se me humedecieron los ojos. Me tuvo que hacer notar mi logro un extraño. Antes de dar vuelta en mi calle se me salieron unas lágrimas. Pasé debajo de los árboles y me sentí dichosa.

Ahora no tuve ningún pero. “Es la primera vez que te veo estable”. Tenía mucho que no me sentía así o tal vez es un estado emocional nuevo para mí. Había sentido emociones relacionadas, pero nunca este estado que permeara todo mi sentir o, como dice Husserl, que coloreara toda mi visión del mundo. Entendí cuando me dijiste lo de correr de alegríaYa no estoy esperando, ni estoy en pausa. Tal vez tuve mi pausa para disfrutarlo, pero ya lo estoy viviendo. P me reiteró: “tú sigue disfrutando”.

4 de 2023: Verde limón.

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