52/8: Desde una célula

Laura García S.
4 min readApr 1

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Día 1.
Llegando a los bigotes abrí Google Maps y caminé cómo me indicó. Nunca había subido ese puente. Ya sé dónde está la Dirección General de Bibliotecas, por si algún día se ocupa. Lo mejor, como siempre, es ver la piedra volcánica y la vegetación en ella. No me detuve mucho a fotografiar porque no sabía cuánto exactamente me faltaba.

Llegué al edificio y me fui a dar la vuelta por ahí aprovechando que tenía tiempo. Me encantó ver que hay vida: hay tienditas de comida, gente sentada en los pastos, caminando, platicando, comiendo, hay bicis de tacos de canasta, hay pasillos para peatones que, además, están techados y conectan los distintos institutos y edificios. A diferencia del de Filosóficas y esa área de institutos, cuyo ambiente externo e interno es hostil. Ahí no hay tienditas, ni cafeterías, no hay gente conviviendo en el exterior, apenas hay pasillos para los peatones, los pumabuses pasan llenos cada media hora. Pareciera que no quieren que la gente vaya. Cómo olvidar aquel comentario: “el instituto no es para lxs estudiantes”. De por sí me choca que me tenga que registrar para entrar a una entidad de una universidad pública, donde además no hay laboratorios ni instalaciones de ese tipo.

En Neurociencias me indicaron dónde sería el simposio. Muy amables, hasta me abrieron la puerta. Me quedé viendo el edificio un rato, cuando entré a Filosofía jamás me imaginé llegar aquí.

Me tardé 10 años en llegar.

Fue muy iluminador ver que todo lo que he leído sobre autismo tiene sentido. Lo que he leído lo he hecho desde la filosofía y teóricamente. Una vez más vi que las científicas y filósofas nos hacemos las mismas preguntas y tenemos las mismas preocupaciones, como me dijo una de mis tutoras durante la licenciatura. También creo que ya sé que puedo responder cuando mi otra tutora me pregunté qué diría una médica o psiquiatra de lo que escribo en la tesis. Pude aclarar y confirmar cosas que sostengo en la tesis, ahora sí, sin miedo al éxito.

Durante unas ponencias sobre experimentos con ratones me imaginé hablando sobre Clases Naturales. Y yo hablando de mis cosas. Me acordé del meme de Abelardo en una sala de juntas. Tomé notas con pluma negra en mi libretita. Como la chica que estaba frente a mí sacó 5 plumas de colores, no me dio pena sacar también mi pluma roja.

A ratos fui.

Me gustó que no hubo “más que una pregunta tengo un comentario” y, al contrario, hubo muchas preguntas y unas muy puntuales. No hay silencios incómodos. Todas las preguntas con la finalidad de aclarar y obtener una respuesta, no para señalar debilidades como harían los filósofos. Incluso la sección de discusión general fue enriquecedora y amable. Me imaginé a filósofos defendiendo agresivamente sus argumentos y no dialogando.

Saliendo fui a Filosóficas a ver a mi querido amigo Alb. Dejé que el pumabús decidiera. No quería esperar, si había un ruta 3 cuando llegara, me subía. Y así pasó, sorprendentemente. Me enojé muchísimo que me pidieran registrarme. El teatro de registrarte. Después del perro coraje, me senté a leer en lo que terminaba la clase. Me dio gusto que Iv me reconociera y platicara un ratito conmigo.

Terminó la clase y Alb me presentó a sus amigos. Mar se acercó a saludarme, sentí que le dio gusto verme y eso me alegró. Ella me conoce desde mis pininos en ciencias cognitivas. Me sorprendió que casi todos fumaran, “te falta calle, Lau”, me dijo Alb. Platicamos un ratito en el camino de regreso. Extrañaba a mi amigo.

Día 2.
Como ya sabía cómo llegar, caminé por ahí. Vi el telescopio del Instituto de Astronomía, me emocioné cuando pasé frente al Sismológico Nacional y fotografié más piedra volcánica. Llegué a la Facultad de Veterinaria y la recorrí casi toda. Vi las estatuas de caballos y perros. Pasé frente al área de consultas y saludé mentalmente a los perritos, me acerqué a ver el hospital aviario. Busqué un carretón de papas sin éxito.

Pensé en mi ambiente filosófico y lo refrescante que fue convivir con personas de otras disciplinas. Aunque no coincidí con mi amiga Li, que trabaja en el Instituto de Fisiología Celular. Me gustó lo que dijo la directora del instituto durante la inauguración: “desde la perspectiva de una célula”. Ciertos filósofos se espantan cuando escuchan eso, tal vez porque se imaginan una caricatura. No quiero ser el compañero que en una de las primeras clases de Neurociencia Cognitiva preguntó molesto: “¿pero dónde está el cuerpo?”.

Confirmé que mis tutoras me han entrenado bien. No me espanta leer papers, y ahora puedo agregar ir a simposios, sobre neurobiología y me esfuerzo por ser lo más clara posible con el lenguaje médico. Fue grato sentir que toda lectura está guardada en mí, y junto a las pláticas con mis tutoras, me permite entender discusiones desde otra perspectiva sobre mi tema de tesis. Sí, fui Abelardo, pero también me sentí capaz.

Instituto de Fisiología Celular.

8 de 2022: Sola con Macbeth.

8 de 2021: Toda la calle estaba llena.

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Laura García S.

Casi filósofa de la ciencia. De nuevo textoservidora.