Estaba esperando a que me entregaran mi café en Los Baristas, el café frente a la Facultad de Filos. Llamaron mi nombre y recogí mi capuchino. A veces pedía el V60 nomás porque podía, sin saber exactamente cuál era la diferencia. Una vez me explicaron todos sus artefactos, pero a mí me gusta tomar café con leche.
Estaba tomando una servilleta y se me acercó. ¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Tú estudiaste en el Francés? Me sentí tan desconcertada entre que alguien se me acercara así de la nada y que alguien supiera que estudié en el Francés Hidalgo. Sí, le contesté. Yo soy JL, no sé si te acuerdes de mí. No, wey, no me acuerdo de ti, olvidé conscientemente ese periodo extraño de mi vida. Pero le dije que no de forma amable y fingiendo interés. Estudiamos juntos en la secundaria, estábamos en el mismo grupo en segundo. Hice el esfuerzo y nada salía a la luz en mi cabeza hasta que me dijo que su apodo era Chewie. Ah ya sé quién eres.
Después de explicarnos qué hacíamos en la Fac de Filos, cruzamos la calle para entrar a la fac. Le ayudé a cargar su café para que él pudiera llevar fácilmente su bici. Caminamos por los pasillos y, antes de despedirnos, me pidió mi teléfono.
¿Cómo era posible que alguien se acordara de mí? Nunca fui popular, ni demasiado amigable. Casi no hablaba. Me gustaba guardar silencio en el transporte escolar de regreso a casa mientras escuchaba mi walkman. Una vez llevé un anillo de ojo a la secundaria y todos me voltearon a ver. No me gustó esa sensación de ser vista. Tal vez tendría que reflexionar de dónde viene ese sentir.
Siempre he sentido que paso desapercibida, que soy olvidable. ¿Por qué alguien tendría que reconocerme? Pero en los últimos años me he dado cuenta que tal vez es mi inseguridad, mi miedo a la decepción o algo así.
Hace poco me dijo sorprendida mi sobrina2, que estudia la secundaria: ahora todos quieren ser mis amigos. La entendí. Tal vez en la secundaria no tuve muchos amigos, pero en la prepa sí y, además, tuve un grupo cercano de amigas. Recuerdo la sensación de extrañeza de sentirme integrada. En la universidad jesuita me recluí porque no podía entender que ya no tuviera papá y me costaba mucho relacionarme. Y es la misma sensación, ¿cómo puede ser que alguien de esa época me reconozca ahora si me la pasé estudiando y trabajando? Hacía el esfuerzo por platicar entre clases, que no me encasillaran como alguien que no habla, pero en realidad yo quería irme a dormir. Creo que solo fui a dos, tal vez tres, fiestas de esa universidad.
Cuando el filósofo me contactó el año pasado, yo no lo reconocí. Hasta que me dijo vamos en el mismo seminario supe quién era. Fue quien hizo un punto sobre las representaciones mentales una vez. Tiempo después, cuando ya salíamos, me dijo que él siempre quiso hablarme en el seminario, pero que yo siempre me salía rápido al terminar o llegaba tarde y me sentaba lejos de él. Sí suena a mis conductas habituales de entonces. También me dijo de un día que tomamos el mismo pumabús. Ahí logré extraer ese recuerdo porque, efectivamente, sí me acuerdo. Él iba parado y yo sentada. Veía que me veía, pensé que estaba guapo, pero también me pareció muy serio. Bajaste antes de llegar al Instituto, me dijo. Me gusta caminar entre la maleza para llegar al Instituto de Filosóficas, le platiqué, por eso me bajé antes. Como sea, tomamos caminos diferentes, pero nos encontramos.
El mayor contraejemplo a mi sensación de desapercibida fueron las elecciones del año pasado en la maestría. Muchxs votaron por mí. Gané con una gran ventaja. Estaba entre contenta y sacada de onda. Mis compañerxs sí me ubican, a pesar de habernos visto en los cuadritos de Zoom la mayor parte del tiempo. Amicha me dijo: ¿a poco creíste que ibas a perder? Durante la campaña me sorprendió que supieran exactamente quién era yo y las respuestas favorables. Tienes todo mi apoyo.
No sé porqué me ha costado tanto abrir los ojos a que sí tengo una red de apoyo, amigas que me ayudan, amigos con quienes puedo platicar. Hace poco los amix de socia creativa me añadieron a su grupo de WA y le dije a Ro que no quería sentirme intrusa. Para nada. No paso desapercibida.