Tenía mucho que no pasaba un fin completo en Filipinas. No estuve en Nápoles ni fui a Euzkaro. El viernes le metí velocidad a mis deberes para terminar a las 5pm. A esa hora comí mientras veía una peli. Así pasé gran parte de estos tres días, viendo esas películas que por alguna u otra razón postergo o que tengo que ver a cachos por mis obligaciones académicas. El sábado pedí una pizza que comí entre dos días. El jueves que fui al tianguis compré dos órdenes de papas crujientes que distribuí durante los últimos tres días. También aproveché para leer cosas que no tienen que ver con ciencias cognitivas ni con mi tesis. Acomodé algunas imágenes y estampas en unas puertas y en mi locker-alacena. Quité el corchó que quedó detrás de la nueva tele. Mañana lo colocaré en su nuevo lugar, no quise importunar al vecino con martillazos en domingo.
A mediodía me tocó la vecina de abajo para preguntarme si le ayudaba a colocarle la venda, como lo hago de vez en cuando. No puedo, estoy enferma, le dije a través de la puerta. Me preguntó que si estaba bien. Sí, estoy bien, pero no vaya a ser.
Desde el martes me aísle. Ese día me costó levantarme, como cualquier otro día, con la diferencia de que a las 10am me sentí muy cansada y me dormí dos horas. Seguí trabajando, pero ya estaba enferma. Primero lo achaqué a que el lunes me vestí muy ligera y trabajé todo el día al lado de la ventana abierta. Esa noche tuve mucho frío.
El escurrimiento nasal aumentó el miércoles y siguió así hasta el jueves, junto con el desgano general. Busqué hacerme una prueba, pero en la farmacia la espera era de más de una hora que, en ese momento, me pareció insoportable. Busqué en línea, pero había lugares hasta hoy domingo. Mejor asumí que era covid y continué con el aislamiento.
Trabajé casi normal, envié mis avances de tesis y ayudé a resolver los problemas de inscripción que me comentaron mis compañerxs. El viernes disminuyó considerablemente el escurrimiento nasal y sentí que ya podía respirar mejor. El sábado fui al cajero y el hombre que pasó antes de mí dejó su tarjeta dentro. No lo pude alcanzar, pues él se fue en bici y cuando me asomé ya no había rastro de él. Cerré su sesión en el cajero, salió la tarjeta y se la entregué a la señora que hace la limpieza.
Me gusta abrir las ventanas el mayor tiempo posible, que corra el aire y el humor. En estos días las he abierto poco, no quiero que me vuelva a dar frío. No me bañé tres días y, extraña y lastimosamente, lo disfruté. El martes y viernes cancelé los planes de hot cakes con En en Nápoles, quien me preguntó qué te dice tu sexto sentido ante mi negativa de ya no buscar una prueba. Lo extrañé.
Le dije que iba a ver pelis, me volvió a recomendar Una película de policías, además sale mi peluquero, me dijo. La vi y la primera escena ocurre en la colonia donde crecí. Mencionan calles que conozco, Misterios y Constancia. Desde que la policía dice que está en Euzkaro me gustó. En cuanto publique esto veré otra recomendación de En, la última de estos días de aislamiento.
