11/52: Puedo cargar la sandía

Laura
3 min readMar 14, 2022

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Yo, con mi playera.

Escuché en las noticias que esta semana, hace dos años, fue la última normal antes de que iniciara la pandemia. Cuando escribo “escuché en las noticias” en realidad me refiero a que vi un meme al respecto. La última semana normal. La semana en que nos enviaron un correo para decirnos que las clases serían en línea hasta nuevo aviso. El nuevo aviso llegó hace unas semanas, diciendo que ya se iban a retomar ciertas actividades en la universidad. Como sea, mi maestría fue 95% en línea, ya no siento dolor.

Meses antes de la llegada de la pandemia había comprado un boleto para ver a Idles. Iban a tocar en un foro en La Roma. Estaba muy emocionada cuando anunciaron el concierto y más cuando tuve mi boleto, después de pagarlo en el Oxxo. Las restricciones llegaron junto con la época más dura de la pandemia. Primero pospusieron el concierto, pero después, cuando aceptamos que la pandemia no iba a durar tres meses, lo cancelaron. Recibir el dinero por el reembolso fue agridulce.

Seguí viendo sus videos y presentaciones en YouTube. Mi favorita era el concierto en Glastonbury, que vi todas las veces que pude hasta que lo bajaron para siempre. Cuando se acercaba el fin de año, pensé en lo mucho que me gustaría ir a un concierto. Tenía más de dos años que no iba a uno. Ojalá venga Idles, deseé mientras los escuchaba y lavaba los trastes.

Cuando anunciaron que vendrían, me preparé para la preventa. Tarjeta y clave de Ticketmaster, sentada frente a la compu, pues la vez del foro de La Roma fue bastante difícil conseguir boleto. No sé si era porque había menos lugares o la página era más lenta. Esta vez no tuve ni un problema para conseguirlos.

No es el tipo de música que escucho normalmente. Los caché porque los pasaban en el radio y empecé a poner atención a las letras. Rehabilitación, migración, hombres cuestionándose y deconstruyéndose, diciéndole a una chica que la quieren y pueden cargar la sandía. Honestos. Es como si te tallaras con un estropajo, me dijo En cuando los escuchó. Ese día yo llevaba mi playera de Be the I in unify y a él le gustó mucho.

Acordamos que yo le compraría el boleto y luego él me depositaba. Días después, me pidió la cuenta para el depósito. Luego me das mi boleto, me vayas a mandar al carajo un día de estos, me dijo. No sé porque no se lo di antes, una vez más, no vi necesidad si todo iba bien. Cuando regresé de McAllen le traje una playera similar a la mía. Le quedó grande, no había tallas más chicas, pero se podía arreglar. Le propuse llevarla con una costurera, él pensó en cortarla él mismo.

El día del concierto presento mis avances de tesis en el seminario y, como ya es presencial, tengo que ver si me dará tiempo de regresar a Filipinas y cambiarme o si expondré con mi playera de Idles frente a mis tutoras y sinodales. No supe qué pasó con su playera. Espero no la haya cortado. Tampoco sé si todavía quiere ir conmigo al concierto. Como sea, ya tengo listo su boleto para dárselo, junto a su llave. Y pues al final fue él quien me mandó al carajo.

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